sábado, 4 de abril de 2009

Liberalismo, crisis de 1929, Neoliberalismo 2009 , lo mismo?


Por Elliot V.Bell El Siguiente texto del New York Times reconstruye, hora por hora, el

Nefasto día.

Bell fue un pionero del periodismo financiero cuando el mercado accionario se derrumbo en 1929, pertenecía al staff del New York Times.

“El día estaba nublado y frío. Un suave viento del noroeste soplaba por las estrechos calles de Wall Street y la temperatura hacia que los banqueros y agentes de bolsa que se dirigían a su trabajo se ajustaran sus abrigos al cuerpo. Los accionistas, reunidos en los salones de los corredores de bolsa, estaban nerviosos pero esperanzadas a medidas que las 10. Hora de apertura, se acercaba. El sentimiento general era lo que peor ya había pasado y muchos especuladores, que prudentemente habían vendido todo, se felicitaban por haber comprado nuevamente sus acciones a un precio mucho mas barato. Rara vez el pequeño vendedor había tenido un consejo mejor para guiarse.


El Mercado abrió fiel con precios semejantes a los del día anterior, a pesar que algunos bloques algo grandes de 20.000 y 25.000 acciones que salieron al comienzo. Durante la primera media hora aflojo fácilmente y luego alrededor de las once, se desato el diluvio. Llego con una velocidad y ferocidad que los dejo aturdidos. El piso simplemente se desplomo y quedo fuera del mercado. De todo el país un torrente de ordenes de venta llego el al local de la Bolsa y no había ordenes de compra para balancearlas. Las cotizaciones de rubros importantes como el acero, teléfonos y Anaconda comenzaron a caer dos, tres, cinco y hasta diez puntos entre venta.
Las acciones menos importantes se volvieron no comerciables. En pocos momentos el servicio de cinta de cotizaciones se había hundido sin esperanzas y desde entonces nadie supo lo que realmente estaba pensando. A la una y media el marcador estaba atrasado cerca de dos horas, a las dos y treinta llevaba 147 minutos de atraso. La última cotización no se imprimió en la cinta hasta las 19:08, cuatro horas, ocho minutos y medio después del cierre. Mientras tanto, Wall Street había vivido una increíble pesadilla.

En la extraña manera en que se dispersan las noticias de un desastre, la expresión colapso del mercado corrió a través de la ciudad. Al mediodía grandes multitudes se habían reunido en la equina Broad y Wall Street, donde la bolsa enfrenta, en una esquina, a Morgan`s. En los escalones del edificio del Tesoro, frente a Morgan´s, una multitud de reporteros gráficos tomaban posiciones. Él transito estaba bloqueado fuera de las calles del distrito financiero por la aglomeración.
Fue en esa terrible escena donde los Banqueros lideres corrieron aprisa hacia Morgan`s para reunirse en un esfuerzo por salvar el día. Poco después del mediodía, Mr Mitchell dejo el National City Bank y se dirigió hacia el oeste de Wall Street, hacia Morgan s. En cuanto, entro se vio a Albert H.Wiggin bajando rápido desde el Chase National Bank, una cuadra al norte. Pisándole los talones llego William C. Potter, presidente del Guaranty Trust, seguido por Steward Prosser del Bankers Trust. Mas tarde GeorgeF.Baker Jr del First National, se unió al grupo.

Demasiado tarde

La noticia de la reunión de los Banqueros corrió por la calles y llego a la sala cotizaciones. Las acciones comenzaron a llegar pero para muchos era ya demasiado tarde. Miles de vendedores, pequeños y grandes, se habían entusiasmado en esa hora entre las once y las doce. Pero la confianza en los líderes políticos y financieros del país y la fe en la solidez de las condiciones económicas recibieron un golpe demoledor. El Pánico estaba instalado.

En Morgan´s los directores de seis bancos formaron un consorcio, comprometiéndose en un total de 240 millones de dólares o 40 millones cada uno, para obtener un ´´ colchón ´´ de poder adquisitivo detrás del mercado caído. Además otras instituciones financieras, incluidas James Speyer and Company y Guggenheim Brothers, enviaron a Morgan´s ofertas de fondos no solicitados y agregaron casi 100 millones de dólares. No fue solo la primera instancia de una fusión de Banqueros en acciones sino, de lejos, la mayor concentración de poder adquisitivo fusionado jamás formado en el mercado accionario, pero antes el pánico fue penosamente inadecuada.
Luego de haberse reunido los Banqueros Thomas W. Lamont, socio de Morgan´ s salió ante la multitud de periodistas que se hallaban reunida en la entrada del banco. En una declaración que desde entonces es un clásico de Wall Street señalo; “Parece que ha habido una venta conflictiva en el mercado” Bolsillos de aire.

Fue en esa misma reunión que ´´ T.w. ´´ dio a la comunidad financiera una nueva frase- ´´ bolsillos de aire ´´ para describir la condición de las acciones por la cual no había licitaciones, sino solo frenéticas ofertas.
Luego de la reunión, Lamont cruzo Broad Street hasta la bolsa para encontrarse con sus directores. Ellos habían sido llamados discretamente durante las horas de comercialización y se reunieron en las habitaciones de la Corporación de Clearing de Acciones para evitar, así, atraer la atención.
Lamont se sentó en el rincón de un escritorio y les hablo acerca de la fusión. Luego agrego; ´´ Caballeros, no hay ningún hombre ni grupo de hombres que pueda comprar todas las acciones que el publico norteamericano tiene para vender ´´. Hoy parece una afirmación muy obvia, pero sonó terrible a los directores de la bolsa reunidos allí. Significaba que el miembro más sagaz de la casa bancaria más poderosa del país les estaba diciendo simplemente que los recursos reunidos de Wall Street, movilizados en una escala nunca intentada antes no podían detener ese pánico.

De hecho, la fusión de Banqueros resulto un lamentable fiasco. Sin ella, sin duda la Bolsa se hubiera visto obligada a cerrar, ya que realmente proveyó licitaciones para acciones importantes cuando debido al pánico y la confusión del mercado, no había propuestas disponibles. Logro un pequeño beneficio pero no tuvo la mínima chance de determinar la avalancha de ventas que cayeron desde todo el país. El mercado se había hecho demasiado grande. Los días que siguieron, en retrospectiva, son pocos claros, Wall Street se convirtió en un espectaculo de pesadilla.


El rugido animal que se eleva de piso de la bolsa, que en días activos se escucha fácilmente desde la calle, se volvió angustiado, aterrador. Las calles estaban repletas con una multitud en la que se mezclaban pequeños especuladores agonizantes que caminaban sin rumbo fijo porque temían enfrentar las pizarras y al empleado; vendedores agotados, morbosamente impelidos a visitar el escenario de su ruina; individuos y curiosos y turistas que buscaban mirando el exterior de la Bolsa y los grandes bancos, obtener una visión mas cercana de la catástrofe nacional ; corredores que se abrían frenéticamente a través de la multitud de desocupados y curiosos, en un esfuerzo por realizar envíos de un volumen de fianzas sin precedente que estaba siendo comercializado en la Bolsa.


Los marcadores se hundieron sin esperanzas, y se volvieron completamente insignificantes. Tarde en la noche, y a menudo durante toda la noche, las luces brillaban en las ventanas de los altos edificios de oficinas donde los empleados y contadores luchaban con la desesperada tarea de intentar dejar las cuentas claras de un día de negocios antes de que comenzara el siguiente. Se desmayaban en sus escritorios, los abatidos corredores caían exhaustos en los pisos de mármol de los bancos y allí dormían. Pero en pocos meses tendrían mucho tiempo para descansar. Para entonces miles de ellos estarían desempleados.

Fuente(s):

http://www.1y2gm.com/aspectos-generales-...