sábado, 28 de marzo de 2009

LA CRISIS ECONOMICA EXPLICADA EN EL AULA


El mundo está hoy en un nuevo período recesivo, por causa de una crisis que tuvo sus orígenes en préstamos inmobiliarios, pero alcanzó tal magnitud que hizo caer a dos de los más grandes bancos estadounidenses.

Como si fuera una montaña rusa, la economía mundial sube y baja al atravesar períodos de crecimiento y de recesión. Hoy, como sabemos, el carro va en declive. Ya nos acostumbramos a usar la palabra ‘crisis’ al describir la situación económica actual. Para entender el origen de esta contracción de los mercados es necesario desenredar una verdadera madeja de factores.

La crisis financiera de nuestros días partió en Estados Unidos a fines de 2006. Los norteamericanos habían vivido un largo período de bonanza, por lo que tenían un mayor poder adquisitivo, o sea, tenían más dinero.

Los bancos decidieron entonces ser más flexibles en la entrega de préstamos para comprar inmuebles, otorgando mayor cantidad de créditos subprime, dirigidos a clientes que no eran lo suficientemente solventes en su capacidad de pago. Eran créditos hipotecarios, o sea que si el cliente dejaba de pagar su deuda, la casa o el departamento comprado pasaba a manos del banco.

Los famosos créditos subprime son un tipo de préstamo que los bancos estadounidenses hacen a clientes que no tienen mucha capacidad de pago, por lo que tienen un mayor riesgo de dejar de pagar su deuda. Para compensar este riesgo, los bancos prestan la plata a un interés más elevado, lo que significa que a la larga el cliente que pidió el préstamo deberá pagar más.

Los bancos estaban más dispuestos a prestar dinero, y por lo tanto lo hacían a tasas de interés bajas.

La tasa de interés es una cantidad de dinero que alguien debe pagar por pedir un préstamo. Si una persona deposita plata en el banco, el banco le paga una cantidad de dinero a esa persona, de acuerdo a la tasa de interés vigente. Si una persona le pide dinero prestado a un banco, debe pagar una cierta cantidad al banco por ello. En el fondo, todo aquel que pide dinero prestado tiene que pagar por ello. ¿Cuánto? Un porcentaje de la cantidad que pide prestada.

Como las tasas de interés eran bajas, la gente tenía más ganas de endeudarse, por ejemplo, para comprar casas y departamentos, por lo que hubo un aumento de la oferta inmobiliaria.

La analista de BCI corredores de bolsa, Pamela Auszenker explica que “al comienzo había un boom en el mercado inmobiliario y mucha competencia entre los bancos por obtener el negocio y en ese sentido había una carrera por otorgar préstamos inmobiliarios y no se fijaban mucho a quién le estaban prestando”.

Lo que quiere decir Pamela es que los bancos competían entre sí por prestarle dinero a la gente y por lo tanto no se fijaban si estas personas serían capaces de pagar la deuda.

Como los bancos querían hacer más préstamos requerían de mayor liquidez, es decir, dinero en efectivo. ¡Necesitaban más dinero para seguirlo prestando a más personas que quisieran comprar casas! Recurrieron entonces a una práctica común en el sector: la comercialización de esos créditos inmobiliarios. Este negocio consiste en que los bancos venden a otras entidades de inversión la deuda que las personas adquirieron con ellos para tener su vivienda.

¿Se puede vender una deuda? Claro que sí: si un banco necesita dinero en efectivo y tiene una cartera de clientes endeudados con él, se la puede vender a otro banco o institución financiera, que la compra a un precio menor. Así las personas que le debían dinero a un banco pasan a debérselo a otro, lo que para ellas no trae mayores consecuencias. El banco que vende su cartera de deudores, deja de ganar intereses pero por otro lado, obtiene dinero efectivo para invertirlo en sus negocios más urgentes.

Esos créditos son comercializados como bonos hipotecarios, es decir, que en caso de no pago por parte de los deudores, el inmueble queda en manos de las instituciones prestamistas.

Pero se produjo una oferta excesiva de viviendas, conocida como ‘sobre stock’, además de que mucha gente no pudo seguir pagando su deuda y las viviendas que habían comprado pasaron a manos de los bancos. De pronto los bancos en vez de dinero, tenían un montón de casas y departamentos y debieron rematarlos. Pero como había tantas viviendas vendiéndose al mismo tiempo, su valor disminuyó drásticamente. Resultó así que los bancos no podían recuperar el capital que habían invertido: perdían plata todo el tiempo.

Al bajar el precio de las viviendas, bajó también el precio de los bonos hipotecarios que los bancos habían vendido a otras instituciones. Éstos eran equivalentes o incluso superiores al valor de los inmuebles, pues cuando los clientes subprime adquirieron la deuda con los bancos, se pensó que las casas y los departamentos subirían su valor con los años.

Al darse cuenta de esta situación, las instituciones financieras que habían comprado bonos hipotecarios a los bancos trataron de deshacerse de ellos, pero era demasiado tarde. Los inversionistas, que incluían a bancos extranjeros como el francés BNP Paribás, perdieron confianza y comenzaron a retirar su capital de ellas, trayéndole problemas de liquidez. Fue tal el desastre que este año quebraron dos de los cinco bancos de inversión en Estados Unidos: Bear Stearns y Lehman Brothers, éste último con 158 años de historia.

La recesión: una epidemia

Es así como un problema inmobiliario se transformó en una crisis financiera, que a estas alturas ya contagió a la economía como una peligrosa gripe.

La caída de esos dos bancos en Estados Unidos, sumado a los magros resultados de otras entidades bancarias, provocaron el desplome de las bolsas de comercio del mundo. Las bolsas son los lugares donde se transa el valor de las acciones o títulos de propiedad de una sociedad anónima o compañía y por ende refleja la situación de esas empresas.

Dado que los valores de las bolsas de comercio descendieron bruscamente, los países empezaron a tomar medidas para enfrentar esa nueva contingencia, como bajar sus proyecciones de crecimiento, que es medido a través del Producto Interno Bruto (PIB) de los países.

El PIB es el valor en términos monetarios de la producción de bienes y servicios de una nación en un período, que puede corresponder a un trimestre o a un año. Si el PIB aumentó entre el período actual y el anterior, significa que el país creció; si disminuyó el PIB entre ambos lapsos, quiere decir que la nación está pasando por una recesión.


La actual situación económica que enfrenta el mundo ha llevado a que algunos países se declaren en recesión, es decir, que ya cuentan con dos trimestres en que su Producto Interno Bruto (PIB) ha caído, como es el caso de Irlanda.

Como las naciones tienen ingresos menores en una crisis, el consumo disminuye, tanto a nivel nacional como internacional. Por ello, se contrae la demanda, que es la intención de comprar bienes o servicios para satisfacer necesidades. Si hay menor demanda, los precios de los bienes disminuyen y eso es lo que pasa con el valor de los commodities.

Las commodities son las mercancías en forma de materia prima que son más requeridas en el mercado internacional, como por ejemplo, el oro, el cobre y el petróleo.

Si la producción de los países disminuye, compran menos cobre, por lo tanto su precio internacional disminuye.

Los síntomas en Chile

De acuerdo a la analista de BCI, “los commodities caen por dos factores: en primer lugar el dólar se ha ido fortaleciendo en Chile, en el tercer trimestre del 2008 hemos pasado de un dólar a $430 a un dólar a $650; y la segunda razón es que se espera una menor demanda de las economías por esos commodities”.

grafico de evolución del precio del cobre

Puede ser complicado entender que proviniendo la crisis de Estados Unidos, su moneda se revalúe, pero ante una crisis la gente tiende a ahorrar su dinero, comprando el tipo de moneda que parezca más estable. Ausenzker aclara que “el dólar ha sido, históricamente, un instrumento de refugio de las personas, y ante cualquier crisis, la gente tiende a refugiarse en el dólar porque lo ve como una moneda relativamente estable que no va a perder su valor”.

Volviendo al tema de la baja en el precio de los commodities, es justamente la baja de este factor el que tendrá un efecto directo de la crisis en Chile, pues las exportaciones, especialmente de cobre, son una gran base de la economía nacional y al perder su valor estos bienes y ser menos demandados, los ingresos del país descenderán y su crecimiento se verá impactado negativamente.

Pese a esto, Pamela Auszenker tiene una mirada un poco más optimista, pues según ella “dado de que estamos en una economía globalizada, vamos a sentir el efecto, pero va a ser bastante menor que en el resto del mundo”. Esto se entiende porque en los momentos en que el cobre alcanzó precios históricos hubo una política gubernamental de ahorro que permite ahora afrontar la crisis de manera más sólida, pero además, porque el sistema bancario del país es firme y el nivel de deuda de la banca privada con otras instituciones extranjeras es bajo.

Entonces, lo más prudente es incentivar el ahorro y restringir el gasto, aunque sin caer en pánico, pues en momentos de crisis, no conviene “entrar en crisis”.

Fuente: Educar Chile